
Puede que en la actualidad, el tema de este programa sea difícil de comprender para muchos. Por regla general —incluso en ambientes cristianos—, hay quien piensa que el sentido de la vida es sacarle a todo el mejor provecho económico. Por lo cual, cuando una decisión o una oportunidad que se nos presenta no nos reporta beneficios evidentes, se deja de lado sin reparos.
Nadie piense que estoy defendiendo la pobreza ni diciendo que sea una virtud vivir miserablemente. ¡Si así hiciera, habría perdido la cordura! Mi único interés es recordar a los seguidores de Jesús que la suprema razón de nuestra vida va más allá de la obtención de riquezas materiales o ventajas personales. Nuestra sublime misión es servir al Señor con humildad y sencillez, incluso cuando ello demande sacrificios y renunciamientos…