Sabemos que nuestro deber como cristianos es animarnos y exhortarnos unos a otros, pero iniciar una relación de consejería supone un proceso que tiene un principio y un final. ¿Lo sabías?
Cuando alguien tiene un problema y te busca o tú comprendes que una persona necesita ayuda, ello implicará que van a conversar cada cierto tiempo para orar, analizar el problema, definir metas a alcanzar y encontrar las opciones posibles según la Palabra de Dios.
Nuestra meta como consejeros no es decirle a las personas lo que creemos que deben hacer, sino ayudarles a comprender sus problemas y encontrar por sí mismas la forma de resolverlos de la manera más adecuada. Es claro que no hay un número específico de sesiones a realizar con alguien que necesite ayuda y consejo, pero recordemos que nadie puede ocupar el tiempo de otra persona indefinidamente. Hay quienes si les dejas, toda la vida te seguirán hablando de lo mismo una y otra vez, porque les gusta contar sus problemas pero no hacen nada por resolverlos.
No obstante, todo esfuerzo serio de consejería debe tener un principio y un final…
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Mensajes de Fe y Esperanza 