
Quienes hayan padecido la triste experiencia de pertenecer a una familia disfuncional conocen bien el sufrimiento que proporciona a todos vivir en ella. Un ambiente familiar donde lo habitual es la violencia, el desamor o la falta de cariño, bondad, paciencia y sabiduría, es incapaz de propiciar de manera efectiva el desarrollo emocional y espiritual de los que forman parte de ella.
Es por ello que los consejeros cristianos deben estar preparados para con la ayuda del Espíritu Santo, ser instrumentos de bendición y ayuda a las familias disfuncionales que conozcamos, así como para evitar que la nuestra lo sea…