
Cuando se habla de santidad muchas personas se asustan. Si bien Dios quiere que sus hijos vivan apartados de la corrupción y el ambiente falso y frívolo que caracteriza al mundo contemporáneo, ello no quiere decir que debamos abstenernos de todo disfrute o bienestar. La santidad no es un castigo ni un impedimento para disfrutar la vida. ¡Todo lo contrario! Más bien es un tesoro que nos libera de cargas, costumbres y decisiones que sí pueden desgraciarnos…