En medio de la pandemia

Mi hermana en Cristo y amiga desde la juventud, Dinora Lima Nodarse, publicó en su página de Facebook el siguiente artículo hace casi un año. Como sus enseñanzas están vigentes todavía y puede bendecirnos a todos, lo publico con muchísimo gusto…

“Cantad a Jehová, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad. Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría»

sALMO 50:4-5

Estamos viviendo tiempos de angustia, temor y dolor. Al levantarnos cada mañana, deseando que nada hubiera pasado, experimentamos el mismo sentimiento que tras la muerte de un familiar:

—¡Oh, Dios, si fuera solo un sueño!

Pero cada día, penosamente, nos devuelve el mismo menú. Por ahora el encierro en casa y las malas noticias serán el pan nuestro de cada día. Con manos y pies atados, con sueños y aspiraciones canceladas, ya ni siquiera planeamos ir de tiendas y comprar quien sabe qué. Para muchos, ya no hay estímulo para el trabajo que nos permitiría garantizar todas nuestras necesidades. No esperamos el fin de semana con planes para salir, reunirnos con la familia o ir a la iglesia para adorar a Dios. Todo debe ser olvidado por un tiempo. Ahora solo nos queda dar gracias a Dios por estar vivos, por tener comida en la mesa y por no haber tenido pérdidas en la familia. 

Volviendo al texto base de esta reflexión, es necesario proclamar con fe que “por la noche durará el lloro, pero en la mañana vendrá la alegría”. Ahora, nuestro gozo no depende de los buenos momentos que vivimos, ni de la realización de tus sueños o los míos, porque como tantas cosas, muchos de nuestros proyectos de vida están cancelados o postergados. Es hora de recordar que según la Palabra de Dios, el bienestar no depende de lo que ocurra en nuestras vidas sino de las decisiones que tomemos frente a los peores acontecimientos. Recordemos que Pablo y Silas, presos en Filipos, “cantaban a Dios y los presos les oían (Hechos 10:25)”.  

Ahora que no podemos depender de lo bueno que la vida nos depara, todos estamos en iguales condiciones. No importa la nacionalidad, la raza, la religión o el estatus social o económico, todos estamos igualmente amenazados por una pandemia. ¿Lo entiendes? Más hay una importante diferencia en aquellos que servimos a Cristo: ¡el Señor está con nosotros! Y en la noche durará el lloro, pero en la mañana vendrá la alegría. ¿Así esperas?

Aunque ahora pasamos un tiempo donde lloramos, desahogamos frustraciones, el temor, el dolor y la tristeza, también podemos gozarnos en que llegará el tiempo cuando declaremos victoria. No será la victoria por haber concluido una carrera universitaria, porque por ahora, las clases están cerradas. Tampoco la victoria obtenida por un ascenso laboral, porque se están perdiendo los trabajos y los salarios se reducen al mínimo. Ni la victoria de comprar la casa de tus sueños porque la economía está por el piso, ni la victoria del viaje anhelado, porque los vuelos están cancelados, los aeropuertos y las fronteras cerradas. No será la victoria de festejar la llegada de un nuevo hijo, un aniversario, una boda, un cumpleaños. Aunque todos esos eventos siguen ocurriendo, ¡las celebraciones están canceladas! Por ahora, resultan peligrosas, ya que podrían exponernos al contagio.

Esforcémonos por vivir aquí y ahora; sin deprimirnos porque los acontecimientos gratificantes que anhelamos demoran por llegar. Aunque nos asalte la impaciencia y se derriben los muros que ya teníamos construidos para nuestros castillos de ensueño, recordemos que la Biblia dice: “Estad siempre gozosos, orad sin cesar, dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el espíritu (1 Tesalonicenses 5:17-19)”.

Por lo tanto, no renuncies a sentir el gozo y la satisfacción que te brinda cada día al levantarte y ver el sol que alumbra; al respirar y sentir que el aire llega a tus pulmones; al saber que tu corazón palpita lleno de vida; al poder alzar tus manos en señal de victoria y dar gloria a Dios. Hazle ver al mundo que tu victoria ahora no es la de exhibir tus mejores fotos en Facebook, sino la que se conquista en la quietud de la noche, en el quehacer diario con tu familia, y en la armonía y la paz que Dios otorga por gracia a todos los que le busquen. Convencidos de que esto también pasará, podemos repetir con el salmista: “Pero de día mandará Jehová su misericordia y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida (Salmo 42: 8)”. ¡Habrá, sin duda, un mañana de victoria! «

Dinora Lima Nodarse, California, Abril 3, 2020


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