
Las mujeres que fueron el domingo en la mañana a la tumba a la tumba de Jesús llevaban como única misión ungir el cadáver con especies aromáticas. Al no ver el cuerpo, solo pensaron en un robo. Al escuchar el anuncio del ángel, tuvieron temor de comunicarlo a otros y cuando al fin lo hicieron, los discípulos no les creyeron. Ya andaba de boca en boca la noticia y éstos permanecían incrédulos y escondidos por miedo a los judíos. Al final, volvieron al antiguo negocio de la pesca pensando que todo había acabado. Si algo demuestra la actitud de los discípulos es que se negaban a creer en la resurrección. Era una noticia demasiado buena para ser cierta…
«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia, nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros (2 Pedro 1:3:4)