
Cuando el apóstol Pablo llegó a la ciudad de Atenas, ya era famosa por el interés en el arte y la intelectualidad que se respiraba en la ciudad. Atenas era como la capital universitaria del mundo y todo el que tenía ansias de saber anhelaba llegar a allí. En esa época, la ciudad era lo que son hoy Nueva York, París, Londres y otras más para el mundo contemporáneo.
Con las ansias que todos tenían en Atenas de escuchar algo nuevo, las primeras palabras de Pablo fueron bien acogidas. Pero cuando habló del arrepentimiento, del juicio venidero y otras doctrinas cristianas, los atenienses perdieron todo interés. Realmente la visita a Atenas, comparando con otros lugares donde Pablo predicó fue un fracaso. Allí solo unos pocos creyeron. Los atenienses estaban interesados en todo tipo de conocimiento, pero no en el sencillo evangelio de Cristo y las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Algo del espíritu de Atenas merodea en nuestra sociedad contemporánea… Deslumbrados por la tecnología, la libertad para seguir cualquier estilo de vida y la búsqueda interminable de nuevas sensaciones, hoy casi todos andan detrás de ideas nuevas y aunque estamos en un mundo secularizado, el placer, la riqueza, millares de aparatos electrónicos y la realización personal del individuo, sobre todo esto último, son como dioses que reclaman la adoración de muchos…
Bendiciones , Pastor gracias por este inspirador mensaje muy cierto a veces sin querer estamos entretenidos en la tecnología y cosas seculares que Dios nos perdone y volvamos a la senda antigua.
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