
Si tal como Jesús enseñó la calidad de la vida del hombre no depende de sus posesiones, algo anda mal en muchos de nosotros, ya que consideramos que no tener todo lo que deseamos es un verdadero motivo de infelicidad. Está claro que vivir en la pobreza no es motivo de dicha alguna. ¡Todo lo contrario! El gran problema es que a veces todas las metas de la vida están concentradas en el logro de cierto estatus económico y el esfuerzo por conseguirlo consume totalmente nuestro tiempo y nuestras fuerzas. ¿Cómo hallar el balance necesario que nos permita vivir una vida mejor, con condiciones dignas y confortables, sin caer en el exceso o la sobrevaloración de lo material o económico?
Cuando Jesús dijo: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” estaba advirtiéndonos que centrar nuestra vida en el dinero o las posesiones solo logra volvernos cada vez más avariciosos. Fuimos creados para algo más que llenarnos de muebles u objetos por muy convenientes que sean. Fuimos creados para Dios, y lo único que llena nuestro corazón es una profunda relación con Él…