Retos de la Covid-19: comunión en el Espíritu

«Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia. Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo. (Filipenses 1:7-8)».

La ciudad de Filipos se encontraba en la antigua Macedonia ─territorio que ahora corresponde a Grecia─, lejos del lugar desde donde el apóstol escribió a los filipenses. Sin embargo, él les declara: sois participantes conmigo de la gracia, por cuanto os tengo en el corazón y en mis prisiones. Lo cual quiere decir que el apóstol en Roma y los creyentes en Filipos experimentaban comunión en el Espíritu aunque estuviesen separados y en lugares diferentes.

Tradiciendo a un norteamericano años atrás, al comenzar su mensaje, él me advirtió: 

—Es el Espíritu Santo quien debe hablar. Tradúceme, pero sométete al Espíritu Santo. Si sientes que debes añadir o cambiar algo, hazlo.

Comenzó a predicar y de pronto, tuvimos una experiencia singular. Él —aunque no conocía una palabra en español—,  entendía perfectamente las ideas que yo añadía a las suyas. Éramos como una sola persona predicando sin los inconvenientes usuales de una traducción. ¡Una experiencia única! Cuando terminamos, la congregación estaba de rodillas glorificando a Dios. Para todos fue una vivencia espiritual muy impresionante.

Tiempo después, una madrugada, desperté preocupado por no saber de ese hermano durante meses, de modo que estuve orando por él. Al amanecer le envié un correo electrónico que respondió al instante: ¿Me creerás si te digo que a esa hora oraba por ti? Me desperté y como no me dormía, decidí orar porque enfrento situaciones difíciles en mi ministerio. Tu email me hizo sentir que Dios está dirigiendo todo…

¿Cómo nos despertamos a orar al mismo tiempo y pensando el uno en el otro si estábamos a muchos kilómetros de distancia? Se llama comunión en el Espíritu. Pablo en prisión sabía que los filipenses oraban por él porque ellos disfrutaban de comunión en el Espíritu. ¿Dudas de que el Espíritu Santo pueda mantenernos en comunión los unos con los otros? Tal comunión espiritual, vital cuando estamos adorando en una congregación, no tiene por qué desvanecerse cuando no estamos reunidos. Debido a la comunión que Pablo mantenía con quienes ministraba no se sintió abandonado en su prisión romana ni perdió su gozo cristiano. Y por esa misma comunión su ministerio prosperó a pesar de su encierro.  

Si estamos unidos en el Espíritu con nuestros hermanos en la fe, percibiremos el amor y el apoyo mutuo aunque nuestros encuentros personales hayan disminuido debido a imponderables de la vida. ¿No te ha sucedido ya alguna vez? Estás preocupado u orando por alguien y de pronto esa persona te llama por teléfono, o te enteras poco después de que en el momento en que orabas estaba enfrentando una situación difícil. Le gente lo llama telepatía o trasmisión de pensamiento, pero nosotros creemos que el Espíritu Santo nos mantiene unidos en el Señor con nuestros hermanos en la fe. De seguro ya has vivido la experiencia de sentir que otros oran por ti, lo cual te anima y fortalece mucho. ¿Acaso solo nos sentimos en comunión con Cristo y con los hermanos cuando estamos participando de un culto? No temas: la obra del Espíritu Santo continúa aunque el compañerismo y las reuniones eclesiales estén afectadas por circunstancias inevitables. ¿Te imaginas si así no fuera? Como el Espíritu no solo convence al mundo de pecado, justicia y juicio, sino que guía a los hijos de Dios hacia toda verdad, su bendita presencia es constante en la vida de los creyentes en Cristo.   

¿Has olvidado que la fe cristiana conquistó al mundo cuando las iglesias no eran tan numerosas, bulliciosas, ni podían anunciarse con letreros en las puertas? En tiempos de persecución los cristianos se reunían secretamente y en muy pequeños grupos, ¡y la fe no dejó de propagarse! ¿No estará Dios llamándonos a un ministerio más intercesor y dependiente del Espíritu en estos momentos? Todos sabemos que a veces la multitud de actividades y compromisos constantes dificultan la oración intercesora profunda y cotidiana. Pero si el pueblo de Dios se mantiene orando los unos por los otros —aunque sufran distanciamiento social—, pueden ocurrir grandes cosas. Cuando Pablo fue detenido y enviado a Roma, algunos creyentes temieron que al ser encerrado el mejor estratega misionero de la época, el progreso del evangelio se detendría. Lo que sucedió, no obstante, fue que recibieron una carta suya diciéndoles: la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor (Filipenses 1:14).

¿Te das cuenta? El apóstol va preso por predicar la palabra y contra todos los pronósticos, los creyentes ─incluso algunos que no simpatizaban mucho con él─, en vez de amilanarse y recogerse asustados porque Pablo había sido apresado, ¡se animan a predicar como nunca antes habían hecho! Jamás dudes de que detrás de los acontecimientos más desconcertantes, pueda haber un plan soberano de Dios para bendecir a su pueblo. Pablo también escribió algo que puede ayudarnos mucho en estos momentos angustiosos: El mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; Y asimismo también el Espíritu ayuda a nuestra flaqueza; porque qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; pero el mismo Espíritu pide con nosotros con gemidos indecibles (Romanos 8:16; 26). ¿No es fabuloso?

Por tanto, no nos preocupemos si ahora algunos enemigos de la fe se alegran por las limitaciones obvias que el enfrentamiento a la pandemia ha causado a las iglesias. ¿Creerán que estas, restringidas en sus actividades perderán fuerza y poder espiritual? El pueblo de Dios sabe que no es así, porque ¡el Espíritu Santo jamás entra en cuarentena!  

Ciertamente estamos viviendo tiempos muy difíciles. Unámonos al clamor profundo que se levanta en nuestra patria y en el mundo pidiendo a Dios misericordia y que las personas se vuelvan a él. Clamemos, pero sin dudar que el Espíritu Santo esté acompañando, animando y sosteniendo a los creyentes. Ya sea que estén sanos en sus casas, aislados como sospechosos o enfermos en los hospitales donde ahora no podemos visitarles para animarles y orar por ellos. En el Espíritu podemos unirnos en oración los unos por los otros.

La iglesia necesita reunirse, pero no deja de ser la congregación de los santos cuando está esparcida. Mantengámonos en comunión con nuestros hermanos orando por ellos. Cuando podamos, por cualquiera de las vías posibles contactémosles para expresarles nuestro amor y convicción de que quien comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6); aunque ahora no nos veamos con tanta frecuencia, ni realicemos las actividades acostumbradas.

A menos que Jesús vuelva antes —¡qué maravilla si así sucediera!—, esta pandemia pasará, como tantas anteriores. De modo que, si aún no es el tiempo de Dios para el retorno de Cristo, algo que solo él sabe, lo que veremos será que los verdaderos creyentes profundizarán su fe y dependencia de Dios, clamando a él con más fervor cada día. Y como cuando el pueblo de Dios ora suceden cosas maravillosas, es muy posible que el largo y agónico tiempo que estamos enfrentando inste a mucha gente a buscar del Señor.

¿Olvidamos lo que sucedió en Cuba durante los difíciles y desconcertantes años de la década de 1990? Sufrimos mucho durante el tristemente célebre período especial… ¡pero muchas personas conocieron a Cristo y otras más volvieron a la fe durante aquel tiempo funesto! Por lo tanto, no nos preocupemos. Dios es grande.  

Y siempre sabe lo que hace.

Un comentario en “Retos de la Covid-19: comunión en el Espíritu

  1. Muy buena meditación y veraz , la Palabra De Dios dice :

    “Del Señor vienen lo bueno y lo malo, la vida y la muerte, la pobreza y la riqueza.” ‭‭Eclesiástico‬ ‭11:14‬ ‭DHH94I‬‬

    “¿Quién puede decir que algo sucede sin que el Señor lo mande? ¿Acaso no proceden de la boca del Altísimo los bienes y los males?” ‭‭Lamentaciones‬ ‭3:37-38‬ ‭RVR95‬‬

    En nuestra experiencia en estos días del COVID, viviendo días difíciles hemos podido comprobar con hechos , no de palabras, qué la iglesia y sus fieles se han mantenidos unidos , reunidos en apoyo, oración, compañerismo a través de distintas posibles vías qué gracias a Dios tenemos en estos tiempos.. sabiendo que nuestro Señor es Soberano, Él reina sobre todo hombre y nación.

    Pastor, gracias por sus meditaciones muy actuales y de bendiciones, por eso las copio y comparto con grupos de amigos y hermanos . Margarita

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