Retos de la Covid 19: oportunidades de testimonio

“Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales en el cielo. Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y eso os será ocasión para testimonio (Lucas 21:10-13)”                                                                                                                                   

Cada vez que leo en los evangelios los pasajes que corresponden al discurso profético de Jesús durante la última semana de su vida, me impresionan la serie de acontecimientos desastrosos que predice: guerras, terremotos, hambre, epidemias, señales en el cielo, persecuciones, falsos maestros, etc. Sin embargo, aunque los discípulos le preguntaron específicamente: dinos, cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo (Mateo 24:3); Jesús dijo claramente que de aquel día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están el cielo, ni el Hijo, sino el Padre (Marcos 13:32). Él se abstuvo de sugerir fechas posibles, solo hablando en forma general de algunos sucesos que muchos creyentes, a través de los siglos, creyeron ver cumplidos en su propia generación.

Ahora nosotros también –debido a los hechos que acontecen–, decimos que la venida del Señor se acerca. No obstante, lo que sí está claro en las palabras de Cristo, es que cualquiera de los acontecimientos que debamos enfrentar, serán oportunidades para testificar de nuestra fe: y esto os será ocasión para testimonio (Lucas 21:13).

Hoy sufrimos por la pandemia que nos azota además de otros males sociales, calamidades naturales y también persecución. Esta última puede provenir de motivos que van desde lo puramente religioso hasta nuevos conceptos sociales, y también por el abandono total de la sociedad contemporánea de principios éticos sostenidos durante siglos. Por lo tanto, debemos recordar constantemente que cualquier situación que enfrentemos, además de recordarnos que la venida del Señor se acerca, nos permite dar testimonio de nuestra fe.

Aunque en primer lugar nuestra misión sea hablar de Jesús y su obra mediadora; dar testimonio de fe es también mostrar a las personas que enfrentamos los tiempos difíciles con tranquilidad fe y confianza en el Señor, convencidos de que él jamás abandona a los suyos cuando sufren por las calamidades que alcanzan a todos los humanos. Por ejemplo, ¿quién puede permanecer insensible o sentirse feliz en este tiempo de pandemia? Debemos ser solidarios ante al sufrimiento que esta enfermedad ha causado a tanta gente. Mostrar dolor, preocupación y compasión por lo que sucede es también una manera de testificar de Cristo.

La Biblia, en el capítulo 11 de la carta a los Hebreos define la fe como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (V. 1) y ofrece una lista de antiguos héroes bíblicos que alcanzaron buen testimonio (V. 2).  Todos mostraron una fe heroica, lo cual no les evitó que padecieran experiencias y sufrimientos disímiles. De esos héroes de la fe se nos aclara que unos conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas… (V. 33). Otros, experimentaron vituperios y azotes (…) fueron puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá (…) errando por los desiertos… (Vs. 36-38).

Entonces, aquí hay una verdad bíblica irrebatible: puedes llegar a ser un héroe de la fe, tanto si obtienes promesas cumplidas como si no las alcanzas! Interesante, ¿verdad? La Biblia es clara para decirnos que algunos de los héroes de la fe de Hebreos 11 lograron grandes victorias, pero otros… murieron sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra (V. 13). Ante cualquier dificultad que enfrentemos en estos tiempos debemos afianzarnos en nuestra fe y animar a la gente abatida; pero no podemos prometer que abrazando la fe cristiana van a evadir totalmente el sufrimiento. Con frecuencia nos gusta alentar a la las personas, diciéndole que confíen en el Señor que todo saldrá bien. No obstante, esperar que todo se va a resolver conforme a nuestros deseos contradice una enseñanza muy clara del Señor: En el mundo tendréis aflicción, más confiad, yo he vencido al mundo (Juan 16:33).

Otra verdad irrefutable es que aunque oremos con fe, a veces las cosas no resultan como deseamos. En esos casos, ¿es que falla la fe… o que Dios no nos oye? ¡Dios jamás defrauda a quienes les buscan! Por eso la fe bíblica aunque espera y pronostica lo mejor; también sabe que hay males y sufrimientos que pueden alcanzarnos. Por lo tanto, podemos ser héroes de la fe aunque no todo ocurra como deseamos. También es heroico testificar de nuestra fe en el Señor y nuestra esperanza eterna cuando los deseos se frustran y todo se derrumba, menos nuestra misma fe. Ya lo dijo Juan: Y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe (1 Juan 5:4).

Lo cierto es que ahora hay mucha gente está asustada porque un virus microscópico ha provocado un caos planetario de magnitud apocalíptica, manteniendo a todas las naciones en vilo. ¿Han estado ajenos los cristianos de padecer este azote? Ciertamente no. Muchos creyentes fieles han enfermado. También han enfrentado el dolor de perder familiares sin poder estar a su lado para animarles y acompañarles en su hora final. Es por ello que Jesús insiste: Y esto os será ocasión para dar testimonio (Lucas 21:13).

Creo que se necesita con urgencia héroes de la fe al estilo de Hebreos 11, dispuestos a actuar con optimismo, fuerza y mucha esperanza en medio de los tiempos malos. A su vez, debemos clamar y levantar con humildad los ojos al cielo, conscientes de que nuestra humanidad tiene profundas debilidades y que los creyentes en Cristo también podemos morir de Covid-19 o sufrir viendo partir a personas que amamos. De modo que si Dios nos salva de la enfermedad le alabamos por su gran misericordia y si nos toca enfrentarla, lo hacemos con un espíritu de fe y confianza, sabiendo que nuestras vidas están en sus manos. Él es nuestro dueño. Puedo ser un héroe de la fe tanto si escapo al Coronavirus, como si me toca partir con el Señor, porque como dijo Pablo, para nosotros el vivir es Cristo y el morir es ganancia (Filipenses 1:21).

¡Cuánta debilidad y pánico exhibe hoy el súper desarrollado y cibernético Siglo XXI! Los creyentes no debemos amilanarnos por los peligros que nos circundan, ya que ellos no tienen el poder de cancelar o disminuir nuestra posibilidad de servir al Señor, todo lo contrario. ¡Nos ofrece mayores posibilidades de compartir nuestra fe! Cuidémonos, respetemos las normas sanitarias y actuemos sabiamente, pero no abandonemos nuestras responsabilidades cristianas. Ahora también se nos presentan muchas oportunidades de animar a personas que viven llenas de temor y esperando lo peor.

Aunque no sabemos si esta será la última pandemia que azotará a la humanidad, sabemos que quienes sobrevivan a ella –algo que solo Dios conoce–, necesitarán reflexionar sobre el valor de la fe que puede transformar a un planeta que gime, entre otras causas, por el egoísmo, la maldad y la intemperancia que rige en el mundo y que mucho tiene que ver con la propagación de esta epidemia.

Entonces, aceptemos esta oportunidad que Dios nos da y aprovechemos para dar testimonio de su amor y poder. Dios sigue estando en su trono y nada escapa a su dominio

. Debemos clamar como nunca al Señor para que sane nuestra tierra y aumente nuestra fe. Debemos impactar a las personas que nos rodean por la seguridad y confianza con que enfrentamos las aflicciones y como respondemos a los retos y dificultades que el tiempo presente pone delante de nosotros.

Si Dios ha permitido que estemos viviendo esta experiencia del Covid-19, demostrémosle al mundo que los hijos de Dios creen y confían en él, tanto en tiempos buenos como en tiempos malos. Digamos como Pablo cuando iba hacia Jerusalén sabiendo que allí le sobrevendrían grandes dificultades que cambiarían radicalmente su vida: Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios (Hechos 20:24).

Un comentario en “Retos de la Covid 19: oportunidades de testimonio

  1. Si. Necesitamos clamar y recibir que Dios sane nuestra tierra y aumente nuestra fe. Sin fe es imposible agradar a Dios. El es quien primeramente nos la dio pues es nuestro Señor el autor y consumador de nuestra fe. Bendito nuestro Señor Cristo Jesus quien nos sostiene! Sea Su gloria y poder manifestado en nuestras vidas. Sea Su santo nombre exaltado por siempre. Dios ama a Su iglesia y la cuida. Nada ni nadie la arrebatara de sus manos.

    Gracias Pastor Alberto por este mensaje tan alentador y firme. Gracias por tu exhortacion.

    Sea la bendiciones del Altísimo sobre ti y tu familia y este gran ministerio.
    Yamile

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