
Aunque la Biblia da mucho valor a la humildad, algunos tenemos —¿debiera decir todos?— una marcada tendencia de permitir al ego dominar nuestras actuaciones, decisiones y hasta los juicios que emitimos sobre otras personas. He aquí algunos versículos bíblicos sobre la humildad en los cuales debiéramos meditar con frecuencia:
En su carta a los efesios Pablo escribe: Yo pues preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor (Efesios 4:2).
En la carta a los filipenses, insistió: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo (Filipenses 2:3). ¿Pudieras meditar por un minuto qué significa —y todo lo que implicaría— si en nuestras relaciones como hermanos en Cristo actuáramos de ese modo?
En la carta a los Colosenses, Pablo expresó: Vestíos pues como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a los otros, y perdonándoos unos a los otros en amor si alguno tuviera queja del otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros (Colosenses 3:12-13).
Algo muy triste está pasando en estos tiempos. La soberbia y la intransigencia están de moda. ¿Acaso estará sucediendo igual entre los creyentes en Cristo? Tengamos cuidado, porque la soberbia tiene la diabólica costumbre de esconderse tras muchos ropajes. ¡Dios tenga misericordia de todos nosotros! Sería bueno que recordásemos que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes (Santiago 4:6)…
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